Al despertar Princesa dió un bostezo tan grande que Royer pensó que se lo iba a comer.... y a Princesa le entro la risa.
Cojieron juntos camino al aparcamiento a buscar comida, ya que la noche anterior había repartido las croquetas, al llegar encontraron una enorme pizza, a ambos casi se les salieron los ojos y comenzaron a comer rápidamente, recordando lo bien que lo habían pasado la noche anterior, Princesa le preguntó a Royer donde había aprendido a cantar jazz, a lo que el respondió , es que mi anterior dueño era saxofonista y yo era parte de su grupo.
Reposaron un ratito, y a Royer se le ocurrió una idea, pensó: construir una casita para ambos, y le dijo a Princesita, y ambos de acuerdo, fueron a un carro de reciclaje, cojiendo: tablas, clavos, platitos de plástico, una pequeña lamparita. Al cabo del día, ya tenían terminado su hogar, así que para celebrarlo`se pusieron unos trajecillos de etiqueta que tenía Royer en un baúl, encendieron la lámparita, y brindaron con un rico batido de chocolate y aceitunas frescas, sonriendo ambos mirando el mar que a lo lejos resplandecia.
Oye pao cada vez me sorprendes mas con tu faceta de escritora
ResponderEliminarjijiji, gracias
EliminarEsta entretenido el cuento!!
ResponderEliminar